El dibujo de Ariadna

Te sorprende la vida, parece que debes seguir un ritmo de crecimiento desde pequeño, de tamaño, de estudios, de pareja, de hogar, de hijos, de sofisticación, de refinamiento y cuando todo se estabiliza, resulta que los placeres más sencillos son los que más te llenan. Una comida con ingredientes básicos pero de excelente calidad, una puesta de sol con la pareja de tantos años, un baile, unas risas espontáneas, o retornar a la infancia de tus hijos  con la infancia de una nieta. 
Cuando ves el afán con el que imita esas letras que forman su nombre, no le preocupa si está bien o mal, lo hace, lo imita, y cada vez le salen mejor. Llega incluso a reconocer su nombre y eso mismo me da que pensar. 
Ella, con lo pequeña que es, sabe que detrás de esos dibujos y formas hay un nombre, el suyo. Y cuando dibuja en ese orden, y pronuncia su nombre, sorprende a un adulto. 
Ella ya sabe que detrás de las formas que acaba de hacer hay un significado. No sabe escribir nada más, admira que los adultos, en la hora del cuento, mirando letras como esas, puedan decir cosas tan bellas y exactamente las mismas que la noche anterior y la otra… o tienen mucha memoria, o detrás de esas palabras hay más información, más lecturas, que yo algún día conoceré.

Y realmente el humano experimenta un cambio al aprender los significados de las letras y leer su mensaje, aunque todos lo hayamos olvidado. Aunque puede que nos acordemos de las broncas recibidas de pequeños por leer todo cartel y rótulo en las paredes mientras nos paseaban en coche, haciendo volver loco al conductor. Estábamos descubriendo el poder del conocimiento y su influencia en los demás, en este caso irritante.

A veces ella se queda parada, mirada perdida, “mira, mira está “empanada” (oyes la conversación), no, no… está conectando… ¿conectando con que? luego te lo explico…” de repente, se estremece y sigue jugando sin perturbarse por su alrededor.
Y yo, me quedo pensando “empanado” también ¿cuántos de mis cuarenta y tantos años de profesión, habré estado modelando dientes faltantes o reconstruyendo otros, intentando imitar un patrón a seguir, en nuestro caso la naturaleza, como mi nieta imitando los palos y círculos de las letras? Hace un tiempo, ni yo ni ella sabíamos que significaba lo que imitamos. 

Ella tiene 4 y yo… muchos más, y debo decir que durante más de cuarenta años he estado haciendo palos y círculos con los dientes que fabricaba, porque realmente no sabía lo que significaba, no sabía el profundo mensaje que guarda cada uno de ellos.

Cuantos artículos escritos, cuantas conferencias, cuantas prótesis realizadas, cuantos casos resueltos, solo copiando formas… sin saber que detrás de cada cúspide, detrás de cada fosa, detrás de cada forma y de cada posición de diente, hay un grito de ayuda, hay un grito del alma encerrada en un cuerpo ajeno a su sufrimiento. 

Y es que el inconsciente humano expresa sus problemas identitarios en los dientes. El sufrimiento por los programas residentes de nuestros ancestros, por las necesidades y los deseos, los sueños no cumplidos y las ganas de realizarlos, nuestra autoafirmación o depresión, están en los dientes. Nosotros, los protésicos dentales, podemos conocer el significado de las formas que fabricamos y el motivo por el cual sufre el paciente. Podemos trabajar y ayudar con esta información en otros planos de interacción, en otro nivel profesional. 

Tenemos que hacer las prótesis biológicamente perfectas, es algo que ya hacemos, y es posible que pronto lo hagan máquinas. La responsabilidad del fabricante protésico humano, será dar cualidades del mental humano a esa prótesis en su función más elevada, poner paz a una angustia vital y de aquí nace el psicoprotésico, una nueva forma de hacer prótesis, con conciencia de su función mental inconsciente.

“El inconsciente del humano es el consciente del Alma”, nos dice el Dr. Beyer en sus clases.
A mi me gusta compararlo con un símil, que el alma, ( conductor ) está usando temporalmente un cuerpo ( vehículo ) para su viaje del punto A al punto Z (trayecto vital). 
Si las cosas van bien, debería conducir el conductor y el vehículo debería ir por donde le lleven. 
La realidad es que el conductor a veces va en el asiento de atrás, horrorizado, viendo cómo el vehículo es conducido por un primate presuntuoso de su mental. Con sus conocimientos de mecánica, el conductor (alma) manipula cables en el vehículo para que los testigos luminosos del salpicadero (dientes y cuerpo) den información al primate, este atienda a razones, pare, se sosiegue y ceda el sitio.

No hay que saber mucho para ver un significado en lo que miras. Solo con una breves nociones, puedes entender a ese nivel, y después un poco más. Lo importante es que la curiosidad te hace avanzar y en algún momento “empanar”, pues las neuronas tienen sus procesos, y el parar y reposar la información, es la mejor cura mental.

Es gratificante comprender que no hay edad para aprender, mi nieta y yo estamos en el mismo proceso de crecimiento, aprendiendo a leer.
Ella con la huella de las palabras y su mensaje en el papel, yo con la huella de los pensamientos, emociones y sentimientos, en el diente, eso que tanto he imitado y ahora conozco.
Los dos crecemos, los dos somos felices aprendiendo y nuestra alma mucho más. Sabe que lo que recolectemos aquí, se lo lleva para siempre, y es que al final, somos inmortales.

Josep Grau
Psicoprotésico