Este título se podría leer como ¿qué es lo que vamos a dejar a los demás cuando nos muramos?, o se podría interpretar cómo ¿qué nos han legado nuestros ancestros al dejarnos?, interpretado como algo de lo que no hay remedio, que ya pasó, y ¡no!.
Cuando hablo de nuestra herencia, no me refiero a nada material. Si pensamos en modo trascendental, no podemos ni imaginar bienes materiales, porque nada material traspasará el portal del camino que emprendemos cuando muere el cuerpo.
Como herencia, me refiero a lo que nuestra Alma siembra durante nuestro camino material. El cuerpo, una vez animado (lo dice la palabra, una vez tiene ánima, alma), busca identificarse, busca referencias, y en una época delicada como es la adolescencia, (y que algunos nunca abandonan, sobre todo si se les han extraído tempranamente premolares y cordales), el deseo de agradar, para tener más respaldo del otro, está muy marcado.
En esta época de reivindicación de una personalidad propia y colectiva, lo que se busca son señales para integrarse plenamente en el grupo y, las señales materiales son las más fuertes, por lo menos las más evidentes. De este modo tan simple, la ropa, la calidad del móvil, los zapatos, el tipo de pelo, si barba o no, qué colonia, qué vehículo, qué haces o estudias, se convierte en una seña de identidad, te identifica y como tal, te esclaviza.
El cuerpo, revestido de una identidad cada vez más fuerte, se convierte en la coraza del caballero que defiende su castillo. Castillo, que intuye que no sabe exactamente qué es o incluso piensa que está vacío y eso es precisamente lo que intenta evitar el caballero defensor Ego, un vacío profundo y la soledad.
Debemos empezar casi de cero y nos tambaleamos, no solo con los primeros pasos, también con nuestros primeros intercambios emocionales.
Y es que bajamos a la tierra con un borrado de memoria tal, que nos obliga a aprender muy rápido. Cada uno de los inputs emocionales que nos da nuestra madre en su vientre, cada una de las reacciones en nuestro pequeño cuerpo, es información que se acumula e integra.
Además, estamos programados por los mensajes de protección o de reclamo de nuestros ancestros, que están escritos, grabados y almacenados en cada una de nuestros billones de células, para guiarnos y advertirnos, con buena intención, pero a veces con mala pata. (ni caso, más tarde o temprano descubriremos que no existe el error)
A veces desembarcamos en esta tierra, con dientes en la boca desde el mismo parto, anticipando que nuestra vida será dura, pues si no nos preparamos a atrapar el bocado por nosotros mismos, no habrá quién lo haga por nosotros. O eso hemos interpretado con los mensajes emocionales de nuestra madre y con la herencia grabada en nuestra célula.
A veces retrasamos por muchos meses el afloramiento de nuestros primeros dientes de leche, y, o dejamos permanecer en la boca a los mismos, durante muchos más años de lo normal, porque tenemos grabado un mensaje, de “no crecer, no lo hagas, mantente niño, mantente bebé”, que las cosas al crecer ¡se complican mucho!, y así es como obedece el cuerpo.
Al mandato de algunos programas automáticos heredados o al mandato del Alma, nuestro conductor desconocido, que no tiene forma física visible, pero sabe perfectamente cómo proteger al cuerpo y cómo advertirlo, estando siempre presente en cada momento de nuestra vida y aceptando nuestras decisiones (libre albedrío), hasta un cierto punto.
Una herencia física, material, en forma de dinero o propiedades, nos puede cambiar la vida, es cierto, pero la herencia celular y vital, nos condiciona desde muchos más planos.
Lo que sí debemos tener claro como especie, es que hemos ido avanzando, a pesar de los traspiés, a pesar de las guerras y de los reveses de la vida, mejorando en cada generación, haciendo un patrimonio genético cada vez mejor, cada vez con más capacidad de procesado, cada vez gestionando mejor la emoción, el arte, la música, la danza y en definitiva la cultura, siempre mejor que la generación anterior, hasta ahora.
¿Por qué debería estar pasando esto?, ¿porque nuestros cuerpos son cada vez más sensibles?, en definitiva, deben ser más capaces para superar las metas que las Almas que los conducen necesitan. Eso sí, mientras las autoridades no adopten la política de la industria, la obsolescencia programada, una especie de cartel phoebus para el cuerpo humano.
Motorista como soy, nuestros vehículos actuales, no tienen nada que ver en todos los aspectos, a los que conducíamos hace tan solo cuarenta años, por eso los logros actuales. También, nuestros cuerpos humanos son un reflejo de la adaptación a los tiempos.
Las Almas que nos habitan en estos tiempos necesitan unos cuerpos más sensibles, mejor dicho, más sensitivos, que valoren cada vez más el alma que los habita. Alma con distinta personalidad y proyecto en cada uno de esos cuerpos, pero que comparten un elemento común en todas ellas, un solo Origen o Creador y un solo mensaje trino, dignifícate, empodérate y comparte con Amor.
Y estos cuerpos de última generación, deben ser lo suficientemente inteligentes, como para entender que estando en la materia, solo la naturaleza puede alimentarlos. Nada que sea sintético o creado por la escasa mente del hombre, puede superar la naturaleza, nada más que la naturaleza tiene los recursos para mantenernos sanos y darnos el poder de la autosanación, como así lo hacen los animales en libertad.
¿Qué herencia genética podremos dejar a nuestros futuros hijos? si permitimos que nos alteren el adn de nuestras células con compuestos experimentales basados en modificaciones genéticas de laboratorio, ¿estamos jugando a ser dioses?
Ya hemos permitido que se haga esto con las semillas patentadas, para supuestamente acabar el hambre en el mundo, hemos permitido que se haga esto con animales, para investigar supuestas enfermedades. ¿Ahora es el Humano el que va a ser degenerado hasta la esterilidad y la esclavitud para evitar una supuesta plaga fatídica?, hemos visto que esta solución no ha funcionado nunca. Respetemos pues nuestra Alma y su Herencia.
La herencia que deberíamos dejar a nuestras generaciones, es el crecimiento de nuestra Conciencia. En cada actividad humana que hagamos, seamos conscientes del legado que vamos a dejar con nuestro ejemplo, con nuestra superación, con nuestra capacidad de cohesionar y unir, para ser mejores como unidad de expresión divina en la materia.
En las reuniones del Club de Conciencia, a veces hacía esta pregunta al invitado, “hablamos mucho del Ego humano, pero háblame del ego del Alma” y la hacía porque para mi era y es coherente.
El Alma, (ser de luz) alimentada por una partícula del Creador, sigue un camino de experiencias y conocimientos, que puede ser en mundos materiales o no, pero siempre acumulando un bagaje, al que también podríamos denominar herencia.
En mi caso, y por si acaso, teniendo asumido que lo único que me llevaré de este mundo son conocimientos y experiencias conscientes, nunca he dejado de estudiar, cualquier cosa que me apeteciera, primero por intuición, pero ahora, sabiendo lo que sé, con auténtico placer. Porque sentir, aprender y comprender, son un hermoso ejemplo para los tuyos y una herencia que además de poder repartirla en vida, te la puedes llevar a tu siguiente puerto.
Feliz año 2021 de Aprendizaje, y Conocimiento Consciente
Josep Grau
Psicoprotésico