¿Y tú de qué trabajas?

¿Y tú de qué trabajas?

Parece la típica frase de bar,  cuando quieren entablar conversación contigo… Sí, y en este caso va de una joven protésica de Madrid, que está harta de explicar en qué consiste su trabajo. Después de superar la fase de «¡Ah, lo de las dentaduras de los viejitos!» debe explicar que no solo es esto su profesión, que un protésico dental realiza todo tipo de dientes y aparatos tanto para corregir, reparar, proteger, sustituir o mejorar la boca de los pacientes. 

Que un protésico planifica, visualiza y ensaya previamente cómo quedará la boca antes de hacerla, que usa materiales nobles, eternos y biocompatibles, cómo la cerámica o el zirconio. 

Que hace los dientes de uno en uno, aunque vayan juntos, como si estuviera orgulloso de la individualidad y de la comunidad al mismo tiempo…, aunque, para acabar pronto ella dice, un protésico es un artista, un creador… 

¡Sí señor! Laura, es lo que somos, Creadores, reflejo de nuestro Origen.

El protésico busca la belleza en todo lo que hace. Lo que hacemos no es reconocido en su debida medida, bueno…, si…, es verdad…, aunque la queja no es una solución, depende de nosotros que las personas conozcan nuestro trabajo, el que hacemos ahora y el que podemos desarrollar. 

Ha de ser la búsqueda de una mejor expresión de uno mismo y un mejor servicio a la comunidad, el motor del cambio, no la falta de reconocimiento.

En la década de los ochenta, un grupo vasco de heavy metal (La Polla Records) gritaba en una de sus potentes canciones “ríete de mí, que soy tu espejo” entre muchas otras verdades, de sus canciones premonitorias. 

Y es que si seguimos empeñados en el lamento, en poner el foco del problema fuera, seguiremos perpetuando la situación. Nadie va a reconocerte, porque los demás no están para aportarte valor, están para ser tu espejo, el valor ya está en ti.

Os podéis imaginar una profesión tan poderosa que, teniendo como patrón la perfección (la naturaleza), cada día sortea las dificultades que ha creado el propio humano, y se las arregla para recuperar el equilibrio, la forma y la belleza hasta acercarla a la perfección?

Si, chicos, estoy hablando del protésico dental, materializa una idea, y con las herramientas más adecuadas, busca la belleza y la transforma en forma funcional. ¿Hace falta una satisfacción y una autosuficiencia mayor? 

¿Entonces, cómo se puede empoderar un protésico? ampliando su mirada, des especializándose, (palabro) estudiando cualquier cosa, por peregrina que sea, pero que pueda integrar en su trabajo, y no parcelando, separándose en especialidades, en microtareas, por productivo que sea el hacerlo. Porque, habrá perdido su grandeza. 

Nunca dejes de espatular yeso, aunque sea para articular un arco facial, es un acto simbólico de creación y proyección inmediata, que te recuerda que tú tienes el poder sobre las formas que imaginas, de un modo instantáneo. 

Nunca dejes la escoba, porque te da la mirada limpia, permite mantener tu entorno, pero sobretodo, mantiene humilde al robot biológico que es tu cuerpo, y el Alma que lo conduce puede filtrarse a los demás y sentirlos en su esencia. 

La humildad transparenta el ego, que siendo necesario, cuando alimentamos el ego, lo hacemos coraza, y atrapamos el Alma dentro, aislándola de los demás. 

El verdadero empoderamiento del protésico vendrá cuando entienda al colega como compañero para compartir y no como competidor, cuando vea al dentista como parte imprescindible de su expresión y no como linde de un camino, porque hay que transitar juntos. 

Se abren nuevos horizontes para la Odontología, la epigenética, la neurología, la psicobiología, la ciencia pura, ya están proporcionando vínculos impensables de la neuroquímica de la emoción con el diente, nuevas ciencias nacen y nosotros estamos en medio, en el ojo del huracán, cuando aparece la psicodontología. 

De golpe, esa humilde labor del odontólogo clínico y técnico, en esa pequeña y “anecdótica” parcela del cuerpo humano, que los “grandes” médicos, salvadores de la humanidad han mirado con sonrisa condescendiente desde el olimpo de sus cátedras. De golpe, repito, resulta que la odontología tiene la clave del lenguaje del alma en su expresión en el cuerpo.

Y su ciencia, trasciende y se eleva ante los ojos del paciente, mucho más allá, de la receta, de la bata blanca y de la distancia social.

Y es que las almas se entienden mejor, si no tienen que atravesar egos en su camino.

Y ahora Laura, podrá contestar al nuevo amigo del bar, “yo soy la que escucha a los dientes y a la persona que está detrás de ellos” y si a ella le gusta su nuevo amigo, lo tiene atrapado. Después, si le apetece, ya le demostrará su faceta creadora.

Brindemos pues, por el Clan de los Psicoprotésicos y las prótesis con Conciencia.

Feliz despertar

Josep Grau
Psicoprotésico

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